Durante siglos nuestro pelo ha sido una forma de expresar nuestra creatividad y cultura, pero imagina si significara la diferencia entre la vida y la muerte.
Hace más de 500 años, cuando fueron traídas mujeres y hombres negros esclavizados a las Américas, los africanos tuvieron que adaptarse a las condiciones en las que se encontraban. Al no disponer de los productos y tratamientos típicamente utilizados en África, dependían de grasa de tocino, mantequilla y queroseno en lugar de acondicionadores y limpiadores. Muchos de ellos se afeitaban la cabeza por razones sanitarias.
No solo perdieron el cabello, sino también una parte de su identidad, sin embargo las trenzas no se perdieron por completo durante la esclavitud, muchos africanos esclavizados comenzaron a trenzarse el cabello como una forma de mantenerse conectados con su cultura. Y para mantener su cabello limpio y ordenado mientras trabajaban en las plantaciones.
Para su supervivencia debían optar por diferentes métodos esenciales, nuestros antepasados ponían semillas de arroz y a veces oro entre dos secciones de cabello antes de trenzar, para que si estaban capturados y obligados a viajar a través del Atlántico al menos poder disponer de una pequeña cantidad de alimento. También tejían entre el cabello, las rutas para escaparse, los que han estudiado el tema dicen que se trataba de una especie de códigos que trazaban rutas. Algunos de los diseños que tejían eran ríos, montañas, arbustos, bosques… De tal manera que los esclavos los leían e identificaban y de esa manera sabrían qué ruta debían seguir para conseguir la libertad.
Descubrir que la gente escondía la comida en el pelo resulta bastante impactante pero no sorprende demasiado ya que no creo que haya un estilo más significativo que el trenzado del afro. Ha sido usado por tantas razones de la historia africana que hace que este estilo sea tan poderoso y que nos dé aún más motivos para llevar nuestras trenzas con orgullo!
Como hemos podido ver, las trenzas no son solo un elemento bonito de la cultura afro
Sino que también hay una historia mágica, que ojalá cada vez que luzcamos nuestras trenzas en el espejo recordemos.
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